martes, 26 de octubre de 2010

A D. José Antonio Garmendia



Tengo a bien abrir las puertas de esta bitácora con el fin de llegar al corazón del rancio sevillano. Trataré de ahondar en su memoria para rescatar lugares, personajes y acontecimientos que marcaron su niñez y que perviven en la habitación de sus recuerdos. Las entradas serán escritas por cada uno de ellos. No seré yo quien apunte cada tema a debatir.
Rancios de Sevilla rinde homenaje a tantos sevillanos que durante siglos mantuvieron la esencia de la Sevilla inalterable al paso de su Historia. Marcado por la obra de D. Francisco Robles, cofrade crítico y excelente orador, trataré de llenar las páginas de este libro que ahora mismo empiezo a escribir de hermosas historias de amor a Sevilla. Su Pregón en el Atril macareno a los pies de la Esperanza y sus inigualables retransmisiones de la llegada del Señor de Sevilla a Carrera Oficial quedan para todos nosotros como mejores testimonios de un sevillano con mayúsculas.
En ningún momento trataré de alcanzar la excelencia de su añorado blog “CANAL RANCIO”. Hace meses que encuentro un gran vacío en mi otrora ocupada soledad y creo que llegó el momento de dar un paso al frente.
En esta primera entrada quiero recordar a un personaje imprescindible para la Sevilla rancia.
D. José Antonio Garmendia Gil, nacido en el año de Nuestro Señor Jesucristo de 1932 fue uno de esos sevillanos que no dejaron indiferente a nadie. Su apariencia y su forma de vida lo acercaban a otra época. Destacado humorista gráfico sevillano reconocido principalmente en sus facetas de escritor y comunicador radiofónico. Además fue un notable dibujante.
Su lírica humorística en ocasiones cargada de una gran carga de profundidad nos acercaba a ver el lado oscuro de nuestra sociedad. Como nadie ironizaba sobre temas de trascendental importancia. Su humor rompía con los esquemas del gracejo sevillano. Llegaba a confundirnos con su serio semblante y ese trasfondo de ternura que se adivinaba en sus ojos.
Paseante incansable por las calles del Centro de nuestra Ciudad, contertulio ocurrente, y gran dominador del refranero español, cubrió una importante etapa de su vida participando en los programas radiofónicos capitaneados por D. Carlos Herrera. Destacaría sus jocosas y geniales recetas culinarias en verso.
Llegó a autorretratarse como leemos a continuación:
«Nací en Sevilla; mi apellido es vasco.
Vasca mi sangre, vasca mi figura.
Temo a la gente, la cordial me apura.
La palmada en la espalda me da asco.

La hembra me enerva; le doy bien al frasco.
Soy tímido a la vez que caradura.
De cuanto di, jamás pasé factura.
Cuando me pica la ilusión me arrasco.

Creo en Dios. Uso barba, como Cristo.
Como Judas también, como el demonio.
Me gusta el mundo y me horroriza el mundo.

Soy uno más. Me canso, luego existo.
Adoro a mi mujer, me llamo Antonio,
y me muero segundo tras segundo.»

Desde aquí mi homenaje, querido D. José Antonio, por habernos alegrado la existencia en incalculables ocasiones. El nomenclátor sevillano, a bien merece, ocupar uno de sus rincones con su nombre.

Bienaventurados sean los rancios porque de ellos es el Cielo de Sevilla……………………..